Para mi hijo Sebastián.
Cuando cumplí los ocho años, supe a ciencia cierta que me había convertido en el Mago de la Mano Derecha.
Estaba en una piñata en el año 1958, celebrando el cumpleaños de mi primito Wilmer, cuando a mitad de la fiesta me armé de valor, me subí a una mesa y dirigiéndome a todos los otros niños, primos y primas, amiguitos y resto de los invitados, les dije mientras levantaba en alto y por encima de mi cabeza, elegantemente mi mano derecha:
—Soy el Mago de la Mano Derecha.
Entonces, poniendo los ojos en una niña de primera fila le dije:
—¿Dime un número del uno al cinco y grítalo con fuerza?
Ella de inmediato nombró el número cuatro (4) y yo al instante, ocultando el pulgar, mostré cuatro dedos de mi mano derecha abierta.
De inmediato puse mis ojos en otro niño que me miraba atónito:
—¿Dime ahora tú, un número del uno al cinco y grítalo con fuerza?
Entonces el niño nombró el número dos (2) y yo de inmediato ocultando el pulgar, el meñique y el anular, le mostré dos dedos de mi mano derecha abiertos cual V de victoria.
Todos aplaudían y daban victorees de júbilo, cosa que hizo que los adultos, los tíos, tías, abuelos y hasta mis padres se acercaran a ver que era lo que estaba pasando por la algarabía.
Luego, mi incrédula tía Yolanda se aproximó a mí y en alta voz me dijo:
—EL UNOOOOO!!!!!! (1)
Y yo, con firmeza y al unísono, levanté mi mano derecha, ocultando todos los dedos y dejando tan solo el índice, casi señalando el cielo y dejando a la audiencia en completo silencio y con sus bocas abiertas.
Todo fue entonces aplausos a más no poder.
Desde ese día y hasta el día de hoy, todos me conocen como, Carlitos, el Mago de la Mano Derecha.
http://www.carloszerpa.com/
Estaba en una piñata en el año 1958, celebrando el cumpleaños de mi primito Wilmer, cuando a mitad de la fiesta me armé de valor, me subí a una mesa y dirigiéndome a todos los otros niños, primos y primas, amiguitos y resto de los invitados, les dije mientras levantaba en alto y por encima de mi cabeza, elegantemente mi mano derecha:
—Soy el Mago de la Mano Derecha.
Entonces, poniendo los ojos en una niña de primera fila le dije:
—¿Dime un número del uno al cinco y grítalo con fuerza?
Ella de inmediato nombró el número cuatro (4) y yo al instante, ocultando el pulgar, mostré cuatro dedos de mi mano derecha abierta.
De inmediato puse mis ojos en otro niño que me miraba atónito:
—¿Dime ahora tú, un número del uno al cinco y grítalo con fuerza?
Entonces el niño nombró el número dos (2) y yo de inmediato ocultando el pulgar, el meñique y el anular, le mostré dos dedos de mi mano derecha abiertos cual V de victoria.
Todos aplaudían y daban victorees de júbilo, cosa que hizo que los adultos, los tíos, tías, abuelos y hasta mis padres se acercaran a ver que era lo que estaba pasando por la algarabía.
Luego, mi incrédula tía Yolanda se aproximó a mí y en alta voz me dijo:
—EL UNOOOOO!!!!!! (1)
Y yo, con firmeza y al unísono, levanté mi mano derecha, ocultando todos los dedos y dejando tan solo el índice, casi señalando el cielo y dejando a la audiencia en completo silencio y con sus bocas abiertas.
Todo fue entonces aplausos a más no poder.
Desde ese día y hasta el día de hoy, todos me conocen como, Carlitos, el Mago de la Mano Derecha.
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